Entre los 6 y
12 años, se da una etapa vital en la que se produce una escolarización de la
infancia por parte de la sociedad. “En esta etapa vital es clave el
aprendizaje y el desarrollo intelectual, y la escuela es un espacio importante
en la construcción de conocimientos y socialización. Aunque cabe
reconocer que la escuela no es ya el único ámbito en donde circula el saber, a
menudo, este aparece “corriendo” por detrás de lo que los niños y niñas ya han
aprendido en otros espacios, a través de los medios de comunicaciones y
las nuevas tecnologías de la información”.
Es por todo lo
anterior que la época escolar es de gran importancia y requiere una nutrición
especial que se ajuste al gasto energético de esta edad, y que lamentablemente
no es la mejor a nivel mundial, y tampoco en Medellín, prueba de ello son
las cifras que arrojo la ENSIN 2010, que mostraron una mayor prevalencia
de sobrepeso en edades escolares seguido del retraso en crecimiento.
Con respecto
al sobrepeso se evidenciaron niveles mas altos en el área urbana del país,
destacándose en niños donde la familia tenía un nivel más alto de SISBEN y
donde la madre presentaba un alto nivel de escolaridad; las cifras de obesidad
son mayores en niños y las de sobrepeso en niñas; en edades escolares se
destaco un mayor consumo de gaseosas, alimentos de paquete, golosinas y dulces
y menor consumo de lácteos y frutas. Otros de los resultados que se destacan en
la última versión de la ENSIN es el hecho de que los niños actualmente juegan
videojuegos o ven televisión por más de dos horas diarias, evidenciando así, la
poca actividad física realizada por la infancia Colombiana. Ademas, en el
perfil alimentario y nutricional de Antioquia realizado el 2005 se puede
destacar que el 11,6% de los menores de 10 años en Medellín presentó retraso en
crecimiento (estatura para la edad); el 11.2% presentó déficit de peso; el 3.7%
presentó desnutrición aguda; y el 4.9% de los menores, presentó obesidad. Todo
esto enmarcado en una desnutrición global en los niños, por causa de factores
directos e indirectos, como la limitación de conocimientos alimentarios por los
padres, bajo nivel económico, alto consumo de mecato, costumbres inadecuadas de
consumo de alimentos por parte de los niños cuando no están en el hogar, falta
de alimentos saludables en la canasta familiar y en el entorno del niño, como
lo pueden ser la tienda y el comedor escolar.
La madre tiene
gran influencia en esta etapa, ya que ella es quien decide –en la mayoría de
los casos- los alimentos que conformaran la canasta familiar, y cuales de estos
y como, serán consumidos por el niño. También la madre como miembro de la
familia se encarga de vigilar y controlar los hábitos alimenticios del niño en
la escuela, esto ya que al estar en la escuela el mundo del niño se amplia, al
igual que las oportunidades de comer fuera del ambiente familiar y se expone a
diferentes alimentos y diversas formas de prepararlos, con distintos horarios y
lugares.
Esta asociación contextual
es de gran importancia y se debe considerar en el desarrollo escolar de
los niños, ya que juega un papel de vital importancia en su estado nutricional,
y son precisamente los hábitos y las costumbres alimentarias, los que se ven
afectadas o influenciadas por el ambiente en el cual el niño se desempeña; y es
claro que en esta época del crecimiento los niños adoptan comportamientos
alimentarios de las personas que tienen como ejemplo, los familiares, amigos,
profesores, conocidos, entre otros. Los factores anteriores conllevan a cambios
en la dieta de un niño que pueden ser positivos o negativos, y que pueden
contribuir a riesgos nutricionales que comprometan el estado de salud del
infante.
Todo esto
lleva a la conclusión de que el estado nutricional de los
escolares esta determinado por el contexto en el cual este se desarrolla, por
la disponibilidad, el acceso, el consumo y el aprovechamiento biológico de los
nutrientes. Lo anterior se confirma con estudios realizados en Colombia como la
ENSIN y propiamente en Medellín con el perfil nutricional, donde se
coincide en que existe asociación entre el bajo poder adquisitivo, limitado
nivel educativo de los encargados, malas condiciones de higiene y poca
inocuidad de los alimentos, con las altas tasas de malnutrición.
Finalmente al ver que los programas, proyectos y politicas
publicas en nuestro medio que buscan contribuir al mejoramiento de la
situación alimentaria y nutricional de los niños, no ha sido suficiente,
pues no se ha observado una gran disminución en los índices de malnutrición por
deficiencia y/o exceso en la ciudad; lo anterior debido quizá en cierta medida
a que estos programas no han sido articulados a propuestas educativas
contextualizadas que contribuyan al fomento de adecuados hábitos de
alimentación, o que aun estando articulados no se ha trabajado en todos los
aspectos que conforman el hábitat de consumo del niño.
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